Entre los ires y venires del diario vivir, de una responsabilidad como madre y un matrimonio fallido, nace el emprendimiento como opción de vida, si bien, nací en un hogar donde aprendí que había que tener metas y trabajar para ganarse la vida, cuando me casé, mi mayor objetivo era dedicarme a mi familia, y así lo hice por un corto tiempo, hasta que llegó el momento en el que empecé a vivir sola con mi hija Emiliana, y a pasar por situaciones que aunque suene muy egoísta sólo las mujeres separadas con niños pequeños y sin mayor tipo de ayuda entendemos… afortunadamente nunca había dejado de trabajar, recuerdo que desde primaria vendía chocolates en el colegio y cuando me gradué de bachillerato vendía joyas en plata y es ahí donde le agradecí a la vida y a Dios la vena emprendedora que llevaba por dentro y recordé lo fuerte que podía ser ante un momento difícil, a partir de entonces, hice una lista de prioridades en mi vida, en la cual obviamente se encontraba mi hija en primer lugar y mi trabajo en segundo, que hasta ese momento, hacía parte de un emprendimiento de marcas Colombianas pero que no era mi mayor proyecto de vida.

Un año después de tratar de organizar las emociones de mi hija, retome mi lista y fue cuando en el puesto número 2 encontré mi parte laboral, un aspecto que había decaído en los últimos meses pero que era tal y como lo había planeado, aún así no tenía claro qué camino tomar, pero cuando me di cuenta de que si dejaba a un lado aquello que había hecho toda la vida sería una mujer con poca energía, poca actitud y pocas historias que contar pues llegaría el momento en el que me alimentaria de los noticieros y de las historias de los demás pero mi vida transcurriría de forma muy lenta comparada a lo que había sido siempre y fue en una mañana de abril, cuando volví a nacer…por lo menos laboralmente y con el ánimo de ayudar, nació mi primera feria de emprendimiento y también la primera en Villavicencio

Esta no era realizada por las entidades gubernamentales, a partir de ese momento y con toda la pasión y la disciplina que suelo tener ante los proyectos que inicio, me convertí en una mujer capaz de luchar por sacar mis ideales adelante y lo más importante para mí, también los ideales de mujeres jóvenes, madres cabeza de familia, campesinos y personas que tenían sueños en sus cabezas y corazones, pues a partir de ahí he contribuido a que más de 100 personas desarrollen, den a conocer y vendan sus productos.

Ya estamos próximos a la 8° edición de La Carpa Market una de mis ferias de emprendimiento, ahora soy una mujer de 36 años abanderada del emprendimiento y las marcas Colombianas, a las cuales desde hace 5 años les abrí un espacio en mi vida pero que hoy ocupan un lugar en mi corazón, todo este trabajo me ha llevado a varios reconocimientos, el último por parte de la gobernación del Meta y la cámara de comercio de Villavicencio el 8 de marzo, pero hoy, puedo decir que mi mayor reconocimiento me lo hago a mí misma, cuando me veo frente al espejo, y detenidamente observo una mujer capaz, una mujer que en algún momento de su vida pensó en tirar la toalla pero que al ver a su hija de 3 años decidió transformar esos malos momentos en oportunidades, aprendiendo que no existe el fracaso, reconociendo que de las malas experiencias queda un aprendizaje y donde hay aprendizaje no puede haber fracaso.

Ahora es mi tarea todos los días ser una mujer y madre feliz, no es fácil encontrar este equilibrio, ni existe el mismo equilibrio para todas ni una fórmula mágica, todas somos estupendas y diferentes pero como mujeres tenemos una carga extra de amor y de pasión por lo que nos rodea, eso nos hace unas luchadoras incansables, así que si tienes alguna idea en tu cabeza, arriésgate, emprende, en mi caso mi mayor motivación fue mi hija, ¿cuál es tu motivación? Si no lo haces, nunca sabrás que tipo de mujer puedes llegar a ser.

Paola Rosas
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